domingo, 24 de febrero de 2013

La Generación Indignada [1]

Un fantasma ha recorrido Europa (y más allá): el fantasma de la indignación. Es un fantasma con múltiples caras, aunque la más visible tiene rostro juvenil. Apareció primero en la periferia de París y Atenas, acampó luego en el centro de El Cairo, Lisboa, Madrid y Barcelona, y ha vuelto a irrumpir en Londres, Santiago de Chile y Tel-Aviv (y posteriormente en Rio do Janeiro y Nueva York). Tras el fantasma, una presencia: la del nuevo lumpenproletariado de la era postindustrial, constituído por esos jóvenes hiperformados –e hiperinformados- y sin embargo precarizados, conectados a través de las redes sociales, que a veces reaccionan en forma creativa y pacífica (en forma de comedia) y otras en forma más airada y violenta (en forma de tragedia). Tras esta presencia inquietante, un espectro: el de una crisis económica global que afecta con particular intensidad a las nuevas generaciones, cuyos efectos van más allá de la precariedad material, presentándose en forma de crisis de valores...

...¿Qué tienen en común todos estos movimientos? ¿Cuáles son las extrañas galerías que conectan sus actores, motivaciones y propuestas? ¿Qué lecciones plantean a nuestras sociedades democráticas? El actual ciclo de protestas juveniles, tanto las que surgen de las periferias urbanas como las que ocupan el centro de las ciudades, tanto las que nacen en Europa como las que lo hacen al sur del Mediterráneo y allende los mares, tanto las protagonizadas por estudiantes de clase media como las lideradas por subocupados y parados, no son revueltas de la miseria sino del bienestar. Están protagonizadas por una generación no ya educada en la ética puritana del ahorro, sino en la ética hedonista del consumo y, sobre todo, en la ética posmoderna de la Red (la nética)...

...Más allá de las raíces y derivas de movimientos tan dispares, subyace un intento de regenerar una cultura democrática que, tras dos siglos de existencia, muestra cierta obsolescencia. No deja de ser significativo que el movimiento de los Indignados se inspire en el libro publicado por un anciano activista: Stéphane Hessel. En la antropología clásica, el cambio social suele leerse en términos de oposición entre generaciones consecutivas (padres e hijos) y de alianza entre generaciones alternas (abuelos y nietos). En este caso, los jóvenes (la Generación Replicante) se inspiran en ancianos como Hessel (la Generación Resistente) -o en abuelos republicanos en el caso del 15M- y replican a adultos de la Generación 68 (o post-68), quienes al frente de las instituciones políticas, económicas y sociales dominantes, acostumbran a hacer oídos sordos ante tales réplicas. Pues si la primavera indignada pudo desembocar en un verano irritado, el otoño caliente vivido no debería conducir a la hibernación de todo un movimiento que, más alla de sus dilemas estratégicos y de sus errores tácticos, se ha convertido en uno de aquellos “objetos culturales” que Lévi-Strauss consideraba “buenos para pensar”.

[1] Feixa, C. (2011). La Generación Indignada. El País, La Cuarta, 15-09-11.

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